OCTUBRE 2022
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DOMINGO 9

Verde Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario [Se omiten las Memorias de san Juan Leonardi, presbítero y los santos Dionisio, obispo y compañeros, mártires] MR, p. 442 (438) / Lecc. II p. 282

Otros santos: Eleuterio, presbítero, y Rústico, diácono, mártires; Juan Enrique Newman, presbítero de la Congregación del Oratorio y cardenal; Héctor Valdivielso (Benito de Jesús), religioso lasallista y primer santo argentino, y compañeros, mártires de Asturias.

LA BIBLIA Y LAS ENFERMEDADES INCURABLES Y CONTAGIOSAS
2 Re 5, 14-17; Sal 97; 2 Tim 2, 8-13; Lc 17,11-19

La Biblia relata varias clases de enfermedades, entre las cuales están las más temidas, aquellas incurables y contagiosas. Nuestras lecturas de hoy se focalizan en un ejemplo de una de ellas, la lepra. Los exégetas (intérpretes de la Biblia) no están de acuerdo si la Biblia habla de la lepra propiamente dicha o de una enfermedad crónica de la piel. De todas maneras, la lepra tuvo graves consecuencias sociales, particularmente el aislamiento. Por eso, si Naamán hubiese tenido lepra, su condición tendría implicaciones políticas: debería ser apartado de su oficio de comandante del ejército. También por eso la curación efectuada por Eliseo es tan importante. En el Evangelio, los leprosos cumplen con la ley levítica de apartarse de la sociedad. La curación efectuada por Jesús revela la limitación de esa ley, que protege la sociedad, pero no a los enfermos y muestra, sobre todo, la misericordia de Dios.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 129, 3-4

Si conservaras el recuerdo de nuestras faltas, Señor, ¿quién podría resistir? Pero tú, Dios de Israel, eres Dios de perdón.

ORACIÓN COLECTA

Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos disponga y nos acompañe, de manera que estemos siempre dispuestos a obrar el bien. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Volvió Naamán a donde estaba el hombre de Dios y alabó al Señor.

Del segundo libro de los Reyes: 5, 14-17

En aquellos días, Naamán, el general del ejército de Siria, que estaba leproso, se bañó siete veces en el Jordán, como le había dicho Eliseo, el hombre de Dios, y su carne quedó limpia como la de un niño.
Volvió con su comitiva a donde estaba el hombre de Dios y se le presentó diciendo: ''Ahora sé que no hay más Dios que el de Israel. Te pido que aceptes estos regalos de parte de tu siervo". Pero Eliseo contestó: "Juro por el Señor, en cuya presencia estoy, que no aceptaré nada". Y por más que Naamán insistía, Elíseo no aceptó nada.
Entonces Naamán le dijo: "Ya que te niegas, concédeme al menos que me den unos sacos con tierra de este lugar, los que puedan llevar un par de mulas. La usaré para construir un altar al Señor, tu Dios, pues a ningún otro dios volveré a ofrecer más sacrificios". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 97, 1. 2-3ab. 3 cd-4.
R/. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad.

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. R/.
El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel. R/.
La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor. R/.

SEGUNDA LECTURA

Si nos mantenemos firmes, reinaremos con Cristo.

De la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo: 2, 8-13

Querido hermano: Recuerda siempre que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los muertos, conforme al Evangelio que yo predico. Por este Evangelio sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo sobrellevo todo por amor a los elegidos, para que ellos también alcancen en Cristo Jesús la salvación, y con ella, la gloria eterna.
Es verdad lo que decimos: "Si morimos con él, viviremos con él; si nos mantenemos firmes, reinaremos con él; si lo negamos, él también nos negará; si le somos infieles, él permanece fiel, porque no puede contradecirse a sí mismo". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO 1 Tes 5, 18
R/. Aleluya, aleluya.

Den gracias siempre, unidos a Cristo Jesús, pues esto es lo que Dios quiere que ustedes hagan. R/.

EVANGELIO

¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?

Del santo Evangelio según san Lucas: 17, 11-19 1

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: "¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!".
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ése era un samaritano. Entonces dijo Jesús; "¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?" Después le dijo al samaritano: "Levántate y vete. Tu fe te ha salvado". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Llenos de confianza en el Señor, oremos, hermanos, por todos los hombres y por todas sus necesidades y digamos confiadamente: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para que Dios conceda el espíritu de paciencia y de caridad a los cristianos perseguidos por su nombre y los ayude a ser testigos fieles y verídicos de su Evangelio, roguemos al Señor.
Para que Dios conceda prudencia a los gobernantes y honradez a todos los súbditos, a fin de que se mantengan la armonía y la justicia en la sociedad, roguemos al Señor.
Para que el Señor, el único que puede hacer prosperar el trabajo del hombre, bendiga los esfuerzos de los trabajadores y haga que la tierra dé frutos abundantes para todos, roguemos al Señor.
Para que Dios no permita que en la hora de nuestra muerte, desesperados y sin acordarnos de él, nos sintamos como arrancados de este mundo, sino que, confiados y con una gran paz, lleguemos a la vida feliz y eterna, roguemos al Señor.
Dios nuestro, fuente y origen de la vida temporal y eterna, escucha las oraciones de tu Iglesia y haz que no busquemos únicamente la salud del cuerpo; que los que nos hemos reunido este domingo volvamos para alabarte por el don de la fe, y que toda la Iglesia sea testigo de la salvación que tú obras continuamente en Cristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las súplicas de tus fieles junto con estas ofrendas que te presentamos, para que, lo que celebramos con devoción, nos lleve a alcanzar la gloria del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 33, 11

Los ricos se empobrecen y pasan hambre; los que buscan al Señor, no carecen de nada.

O bien: 1 Jn 3,2

Cuando el Señor se manifieste, seremos semejantes a él porque los veremos tal cual es.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios nuestro, te pedimos que así como nos nutres con el sagrado alimento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos hagas participar de tu naturaleza divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La Iglesia católica tiene un gran número de santos patronos para las personas que sufren enfermedades incurables y contagiosas. San Judas, el patrón de causas perdidas, san Peregrino, patrón de los que sufren de cáncer son tal vez de los más famosos. Sin embargo, también tiene santos contra el reumatismo, la gota, y la epilepsia (san Mauro), la diabetes (santa Paulina), el alcoholismo (san Matías), las enfermedades mentales (santa Dimpna), y muchos otros. Este gran número de patronos revela la importancia dada por la Iglesia al cuidado de los que padecen de malestares prolongados. Es un deber que abraza un marco de actividades, desde el estudio de tales enfermedades, por los investigadores médicos, pasando por el cuidado personal de cada enfermo, hasta la necesidad de cambiar la sociedad para que, en vez de ignorar a tales enfermos, se ofrezcan espacios para cuidados con dignidad.