VIERNES 28
Blanco Memoria de San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia MR, p. 821 (811) / Lecc. II p. 737
Otros santos: Alejandro I de Constantinopla, patriarca; Moisés "el Etíope", anacoreta.
Son muy conocidas las etapas de la vida de Agustín: su nacimiento en Tagaste (África), en 354; su conversión en Milán, en 387; su episcopado en Hipona (395-430). Pero lo más importante son los destellos de su pensamiento genial y el testimonio que dio de una vida totalmente consagrada a la búsqueda de Dios y al servicio de la Iglesia, que es, para él, tanto la comunidad de fieles reunidos en Hipona, como el cuerpo de Cristo, extendido en todo el mundo.
LA SABIDURÍA DE DIOS
1 Cor 1,17-25; Mt 25,1-13
A través de una serie de oposiciones y contrastes el apóstol san Pablo condensa la esencia del camino cristiano. De un lado están los judíos que reclaman señales contundentes para acreditar el mensaje, del otro lado, están los discípulos de origen griego, que demandan demostraciones verificables a partir de la razón. Sin embargo, el centro del mensaje cristiano no es una doctrina sistematizada de forma armónica, ni un catálogo de principios estructurados de manera lógica, es antes que todo el ofrecimiento de una persona, Cristo crucificado, que entregó su vida sin regateos a Dios y a sus hermanos y que, por su manera congruente de vivir, incomodó a los poderosos de su tiempo y por eso mismo, fue condenado a la muerte en cruz. Su aparente fracaso, resultaba escandaloso y carente de toda lógica ante los oyentes escépticos. Quien acoge el don de la fe consigue acceder al misterio de Jesús crucificado.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sir 15, 5
En medio de la Iglesia abrió su boca, y el Señor lo llenó del espíritu de sabiduría e inteligencia, y lo revistió de gloria.
ORACIÓN COLECTA
Renueva, Señor, en tu Iglesia el espíritu que infundiste en el obispo san Agustín, para que, llenos de ese mismo espíritu, tengamos sed solamente de ti, fuente de la verdadera sabiduría, y te busquemos como autor del amor verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero sabiduría de Dios para los llamados.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 1,17-25
Hermanos: No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio, y eso, no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. En efecto, la predicación de la cruz es una locura para los que van por el camino de la perdición; en cambio, para los que van por el camino de la salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Por eso dice la Escritura: Anularé la sabiduría de los sabios e inutilizaré la inteligencia de los nteligentes.
¿Acaso hay entre ustedes algún sabio, algún erudito, algún filósofo? ¿Acaso no ha demostrado Dios que tiene por locura la sabiduría de este mundo? En efecto, puesto que mediante su propia sabiduría, el mundo no reconoció a Dios en las obras de su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la predicación de la locura del Evangelio.
Por su parte, los judíos exigen señales milagrosas y los paganos piden sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos; en cambio, para los llamados, sean judíos o paganos, Cristo es la fuerza y la sabiduría de Dios. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 32,1-2.4-5.10-11.
R/. El amor del Señor llena la tierra.
Que los justos aclamen al Señor; es propio de los justos alabarlo. Demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos. R/.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
Frustra el Señor los planes de los pueblos y hace que se malogren sus designios. Los proyectos de Dios duran por siempre, los planes de su amor, todos los siglos. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cf, Lc 21, 36
R/. Aleluya, aleluya.
Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre. R/.
EVANGELIO
Ya viene el esposo, salgan a su encuentro.
Del santo Evangelio según san Mateo: 25, 1-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó un grito: '¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!'. Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: 'Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando'. Las previsoras les contestaron: 'No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo'.
Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos'. Pero él les respondió: 'Yo les aseguro que no las conozco'.
Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, al celebrar el memorial de nuestra salvación, imploramos humildemente tu clemencia, a fin de que este sacramento de amor sea para nosotros signo de unidad y vínculo de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 23, 10. 8
Su Maestro es uno solo, Cristo, dice el Señor, y todos ustedes son hermanos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que nuestra participación en la mesa de tu Hijo nos santifique, Señor, para que, como miembros de su Cuerpo, nos transformemos en el mismo Cristo, a quien hemos recibido. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
El martirio de Juan Bautista, decapitado por Herodes Antipas, pone de manifiesto la grandeza del alma del precursor y la plenitud de su respuesta al llamamiento de Dios. Tanto en su muerte como en su predicación, dio testimonio de la verdad y, conforme a lo que Jesús dijo de él: "Fue una antorcha que arde y que ilumina".