JUEVES 15
Nuestra Señora de los DoloresBlanco Memoria MR, p. 833 (822) / Lecc. II, pp. 804 y 1120
Otros santos: Beatos: Pablo Manna, Presbítero del Pontificio Instituto para Misiones Extranjeras y fundador; Antonio María Schwartz, presbítero y fundador.
La santísima Virgen María estuvo íntimamente unida a la pasión de su Hijo. Por eso está asociada de un modo particular a la gloria de su resurrección. La compasión de María, que celebramos en esta fiesta, nos recuerda que al pie de la cruz la maternidad de María se extendió a todo el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, es decir, a todos nosotros.
UNA ESPADA ATRAVESARÁ TU ALMA
1 Cor 15,1-11; Sal 11; Lc 2, 33-35
La profecía de Simeón está formulada con rasgos bélicos. Presenta al niño Jesús cual una señalo estandarte, como los que se levantaban durante la invasión babilónica del Templo en Jerusalén según Sal 73, 4 y 9. Habla de la posibilidad de caerse (derrotarse) o levantarse (triunfar), como en el salmo 19, 9, que reza para la victoria del rey. Presenta al niño también como una espada, la cual puede significar el sufrimiento, como en Ez 33, 2, o la discriminación entre personas, como en Ez 14, 17. Obviamente este imaginario bélico no es una glorificación de la guerra. Es un presagio de la oposición que Jesús iba a encontrar durante su ministerio público. En medio de tal oposición se encuentra su madre, tan cerca de Jesús a lo largo de toda su vida. Por eso celebramos a Nuestra Señora de Dolores.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Lc 2, 34-35
El anciano Simeón dijo a María: Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción; y a ti, una espada te atravesará el alma.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que quisiste que junto a tu Hijo en la cruz estuviera de pie su Madre, compartiendo su dolor, concede a tu Iglesia que, asociada con ella a la pasión de Cristo, merezca participar de su gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Esto es lo que predicamos y lo que ustedes han creído.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios: 15, 1-11
Hermanos: Les recuerdo el Evangelio que yo les prediqué y que ustedes aceptaron y en el cual están firmes. Este Evangelio los salvará, si lo cumplen tal y como yo lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.
Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles.
Finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un aborto. Porque yo perseguí a la Iglesia de Dios y por eso soy el último de los apóstoles e indigno de llamar me apóstol. Sin embargo, por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí; al contrario, he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios, que está conmigo.
De cualquier manera, sea yo, sean ellos, esto es lo que nosotros predicamos y esto mismo lo que ustedes han creído. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117, 1-2. 16ab-17. 28.
R/. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.
Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: "La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo". R/.
No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Tú eres mi Dios, y te doy gracias. Tú eres mi Dios, y yo te alabo. R/.
SECUENCIA (Lecc. II, p. 1120)
Esta secuencia es opcional tanto en su forma larga como en su forma breve, desde * ¡Oh dulce fuente de amor!
La Madre piadosa estaba Por los pecados del mundo, junto a la cruz, y lloraba vio a Jesús en tan profundo mientras el Hijo pendía; tormento la dulce Madre. cuya alma triste y llorosa, Vio morir al Hijo amado traspasada y dolorosa, que rindió desamparado fiero cuchillo tenía. el espíritu a su Padre. ¡Oh cuán triste y afligida * ¡Oh dulce fuente de amor!, estaba la Madre herida, hazme sentir tu dolor de tantos tormentos llena, para que llore contigo. cuando triste contemplaba y que, por mi Cristo amado, y dolorosa miraba mi corazón abrasado del Hijo amado la pena! más viva en Él que conmigo. ¿Y cuál hombre no llorara Y, porque a amarlo me anime si a la Madre contemplara en mi corazón imprime de Cristo en tanto dolor? las llagas que tuvo en sí. ¿Y quién no se entristeciera, Y de tu Hijo, Señora, Madre piadosa, si os viera divide conmigo ahora sujeta a tanto rigor? las que padeció por mí. Hazme contigo llorar Haz que su cruz me enamore y de veras lastimar y que en ella viva y more de sus penas mientras vivo; de mi fe y amor indicio; porque acompañar deseo porque me inflame y encienda en la cruz, donde lo veo, y contigo me defienda tu corazón compasivo. en el día del juicio. ¡Virgen de vírgenes santas!, Haz que me ampare la muerte llore ya con ansias tantas de Cristo, cuando en tan fuerte que el llanto dulce me sea; trance, vida y alma estén; porque su pasión y muerte porque, cuando quede en calma tenga en mi alma de suerte el cuerpo, vaya mi alma que siempre sus penas vea. a su eterna gloria. Amén. ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosa la Virgen María, que sin morir, mereció la palma del martirio junto a la cruz del Señor. R/.
EVANGELIO
Y a ti. una espada te atravesará el alma.
Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 33-35
En aquel tiempo, el padre y la madre del niño estaban admirados de las palabras que les decía Simeón. El los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Dios misericordioso, las súplicas y ofrendas que te presentamos para alabanza de tu nombre, al venerar a la santísima Virgen María, a quien, bondadoso, nos entregaste como piadosísima Madre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de santa María Virgen (conmemoración) pp. 526-530 (527-531).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. 1 Pe 4, 13
Alégrense de compartir ahora los padecimientos de Cristo, para que cuando se manifieste su gloria, el júbilo de ustedes sea desbordante.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con el sacramento de la redención eterna, te pedimos, Señor, que, al conmemorar el dolor de la santísima Virgen María, completemos, a favor de la Iglesia, lo que falta en nosotros a los padecimientos de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.