JUEVES 16

Solemnidad, el Cuerpo y la Sangre de Cristo

Blanco MR p. 451 (447) / Lecc. II, p. 307/ LH, de la Solemnidad

Otros Santos: Ciriaco y Julita de Turquía, mártires; Aureliano de Arlés, obispo. Beata María Teresa Scherer, religiosa y cofundadora de la Congregación de Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz.

CELEBREMOS LA GENEROSIDAD DE DIOS
Gén 14,18-20; Sal 109; 1 Cor 11, 23-26; Lc 9, 11-17

Dios es generoso. En el libro del Éxodo, por ejemplo, proporciona a los Israelitas, vagando en el desierto sin provisiones, codornices y maná hasta que "todos tuvieron lo necesario para comer" (16, 18). En 2 Reyes 4, 42-44, guía a Eliseo a gente que pasa hambre en su región y sorprende al ayudante del profeta en el verso 43 "¿Cómo voy a dar comida a más de cien hombres?", multiplicando panes de cebada para que los hambrientos coman y se llenen. Pero es en Jesús que Dios muestra su generosidad más asombrosa. En el Evangelio, Jesús amplía los episodios anteriores de la generosidad divina. En la segunda lectura su generosidad llega a su extremo con el don no sólo de pan sino de sí mismo: "Esto es mi cuerpo, que entrego por ustedes" (1 Cor 11, 924).

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 80, 17

Alimentó a su pueblo con lo mejor del trigo y lo sació con miel sacada de la roca.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor nuestro Jesucristo, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre ...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Melquisedec presentó pan y vino.

Del libro del Génesis: 14, 18-20

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios altísimo, y bendijo a Abram, diciendo: "Bendito sea Abram de parte del Dios altísimo, creador de cielos y tierra; y bendito sea el Dios altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos".
Y Abram le dio el diezmo de todo lo que había rescatado.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 109, l. 2. 3. 4.
R/. Tú eres sacerdote para siempre.

Esto ha dicho el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha; yo haré de tus contrarios el estrado donde pongas los pies". R/.
Extenderá el Señor desde Sión tu cetro poderoso y tú dominarás al enemigo. R/.
Es tuyo el señorío; el día en que naciste en los montes sagrados, te consagró el Señor antes del alba. R/.
Juró el Señor y no ha de retractarse: "Tú eres sacerdote para siempre, como Melquisedec". R/.

SEGUNDA LECTURA

Cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11,23-26

Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SECUENCIA

(Puede omitirse o puede recitarse en forma abreviada, comenzando por la estrofa: *"El pan que del cielo baja ").

Al Salvador alabemos,
que es nuestro pastor y guía.
Alabémoslo con himnos
y canciones de alegría.

Esto nuevo, siempre nuevo,
es la luz de la verdad.
que sustituye a lo viejo
con reciente claridad.

Alabémoslo sin límites
y con nuestras fuerzas todas;
pues tan grande es el Señor,
que nuestra alabanza es poca.

Gustosos hoy aclamamos
a Cristo, que es nuestro pan.
pues El es el pan de vida
que nos da vida inmortal.

Doce eran los que cenaban
y les dio pan a los doce.
Doce entonces lo comieron,
y, después, todos los hombres.

Sea plena la alabanza
y llena de alegres cantos;
que nuestra alma se desborde
en todo un concierto santo.

Hoy celebramos con gozo
la gloriosa institución
de este banquete divino,
el banquete del Señor.

Esta es la nueva Pascua,
Pascua del único Rey,
que termina con la alianza
tan pesada de la ley.

En aquella ultima cena
Cristo hizo la maravilla
de dejar a sus amigos
el memorial de su vida.

Enseñados por la Iglesia,
consagramos pan y vino,
que a los hombres nos redimen,
y dan fuerza en el camino.

Es un dogma del cristiano
que el pan se convierte en carne,
y lo que antes era vino
queda convertido en sangre.

Hay cosas que no entendemos,
pues no alcanza la razón;
mas si las vemos con fe,
entraran al corazón.

Bajo símbolos diversos y
en diferentes figuras,
se esconden ciertas verdades
maravillosas, profundas.

Su sangre es nuestra bebida;
su carne, nuestro alimento;
pero en el pan o en el vino
Cristo esta todo completo

Quien lo come, no lo rompe,
no lo parte ni divide;
El es el todo y la parte;
vivo esta en quien lo recibe.

Cuando parten lo exterior,
solo parten lo que has visto;
no es una disminución
de la persona de Cristo.

Puede ser tan solo uno
el que se acerca al altar,
o pueden ser multitudes:
Cristo no se acabara.

Lo comen buenos y malos,
con provecho diferente;
no es lo mismo tener vida
que ser condenado a muerte.

A los malos les da muerte
y a los buenos les da vida.
¡Que efecto tan diferente
tiene la misma comida!

El pan que del cielo baja
es comida de viajeros.
Es un pan para los hijos.
¡No hay que tirarlo a los perros!

Isaac, el inocente,
es figura de este pan,
con el cordero de Pascua
y el misterioso mana.

Ten compasión de nosotros,
buen pastor, pan verdadero.
Apaciéntanos y cuídanos
y conducenos al cielo.

Si lo parten, no te apures
solo parten lo exterior;
en el mínimo fragmento
entero late el Señor.

Todo lo puedes y sabes,
pastor de ovejas, divino.
Concedenos en el cielo
gozar la herencia contigo. Amen.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 6, 51
R/. Aleluya, aleluya.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan vivirá para siempre. R/.

EVANGELIO

Comieron todos y se saciaron.

Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 11-17

En aquel tiempo, Jesús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos.
Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle: "Despide a la gente para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario". Él les contestó: "Denles ustedes de comer".
Pero ellos le replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente". Eran como cinco mil varones.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta". Así lo hicieron, y todos se sentaron. Después Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente. Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, concede, bondadoso, a tu Iglesia, los dones de la unidad y de la paz, significados místicamente en las ofrendas que te presentamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I o II de la Eucaristía, MR, pp. 525-526 (521-522).

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 6, 56

El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, disfrutar eternamente del gozo de tu divinidad que ahora pregustamos, en la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Conviene que la procesión se haga después de la Misa en la que se consagre la hostia que se va a llevar en la procesión. Pero nada impide que la procesión se haga también después de un tiempo prolongado de adoración pública a continuación de la Misa. Si la procesión se hace después de la Misa, terminada la Comunión de los fieles, se coloca en el altar la custodia en la que se haya puesto la hostia consagrada. Dicha la oración después de la Comunión, omitidos los ritos conclusivos, se organiza la procesión.