DOMINGO 24
Blanco Domingo II de Pascua o de la Divina Misericordia [Se omite la Memoria de san Fidel de Sigmaringa, presbítero y mártir] MR, p. 351 (353) / Lecc. I, p. 329 LH, del Domingo de Pascua. Vísperas del domingo II de Pascua
Otros Santos: Benito Menni, presbítero de la Orden de san Juan de Dios y fundador; Isabel Hesselblad, religiosa de la Orden de Santa Brígida.
EL SEÑOR JESÚS, FUENTE DE LA VIDA
Hech 5,12-16; Sal 117; Apoc 1,9-11.12-13. 17-19; Jn 20, 19-31
En Juan, se destaca una marcada insistencia cristológica. No es así simplemente por el mero hecho de que un evangelio es un género literario que se focaliza en la vida de Jesús. Es así porque Juan escribió su evangelio "para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios y para que, creyendo, tengan vida en su nombre" (v. 31). En otras palabras, no es suficiente que escuchemos que Jesús ha resucitado, como hemos escuchado en casi todos los evangelios en todas las liturgias empezando por el domingo pasado. Tenemos que creer en este Jesús resucitado. Por eso, el Evangelio narra el relato del apóstol Tomás y sus dificultades para creer. Sólo si nos abrimos a Jesús (y tal apertura es la fe) podremos gozar de los beneficios que manan de la fuente de la vida eterna.
ANTÍFONA DE ENTRADA 1 Pe 2, 2
Como niños recién nacidos, anhelen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.
O bien: 4 Esd 2, 36-37
Abran el corazón con alegría, y den gracias a Dios, que los ha llamado al Reino de los cielos. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Crecía el número de los creyentes en el Señor.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 5, 12-16
En aquellos días, los apóstoles realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo, en el pórtico de Salomón. Los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente los tenía en gran estima.
El número de hombres y mujeres que creían en el Señor iba creciendo de día en día, hasta el punto de que tenían que sacar en literas y camillas a los enfermos y ponerlos en las plazas, para que, cuando Pedro pasara, al menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén y llevaba a los enfermos y a los atormentados por espíritus malignos, y todos quedaban curados. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117,2-4.22-24. 25-27a.
R/. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R/.
SEGUNDA LECTURA
Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo para siempre.
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 1, 9-11. 12 13.17-19
Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la tribulación, en el Reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente, como de trompeta, que decía: "Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete comunidades cristianas de Asia". Me volví para ver quién me hablaba, y al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas, un hombre vestido de larga túnica, ceñida a la altura del pecho, con una franja de oro.
Al contemplarlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo sobre mí la mano derecha, me dijo: "No temas. Yo soy el primero y el último; yo soy el que vive. Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo por los siglos de los siglos. Yo tengo las llaves de la muerte y del más allá. Escribe lo que has visto, tanto sobre las cosas que están sucediendo, como sobre las que sucederán después". Palabra de Dios. Te alabamos Señor
SECUENCIA Opcional.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 20, 29
R/. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees, porque me has visto. Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Ocho días después, se les apareció Jesús.
Del santo Evangelio según san Juan: 20, 19-31
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; ya los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto". Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos al Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos. R. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su gloriosa resurrección ha vencido la muerte y ha destruido el pecado, pidámosle que todos los cristianos sean siempre fieles a las promesas del bautismo que renovaron en la noche santa de Pascua.
A Cristo que, con su santa resurrección, ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida conserven los dones que la misericordia del Padre les ha restituido.
A Cristo que, con su gloriosa resurrección, ha dado al mundo la vida verdadera y ha renovado toda la creación, pidámosle por los que, por no creer en su triunfo, viven sin esperanza.
A Cristo que, con su santa resurrección, ha colmado de alegría a los pueblos y los ha enriquecido con sus dones y ha hecho vibrar nuestros corazones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran.
A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, anunció la alegría a las mujeres, y por medio de las mujeres a los apóstoles, y por medio de los apóstoles al mundo entero, pidámosle por los que nos hemos reunido para celebrar su triunfo.
Señor, Dios nuestro, que cada domingo reúnes a tu pueblo para que celebre el triunfo de tu Hijo, el primero y el último, el que estaba muerto y ahora vive por los siglos de los siglos, escucha nuestra oración y danos la fuerza de tu Espíritu, para que, destruidas las fuerzas del mal, te ofrezcamos, juntamente con nuestro amor, el obsequio de nuestra obediencia libre. Por Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo (y de los recién bautizados), para que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día), MR, p. 504 (500).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27
Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que la gracia recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, p. 341 (602).
Para despedir al pueblo se canta o se dice Pueden ir en paz, aleluya, aleluya. A lo cual se responde Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO .- La fe es como un diamante con muchas facetas distintas y hermosas. Por un lado, es una virtud, una gracia otorgada libremente a las personas por Dios. Por el otro, es también el resultado del trabajo y de las luchas de personas que sinceramente la anhelan y se esfuerzan para conseguirla y preservarla a pesar de duros obstáculos. La fe no es racional, porque no se puede explicar y justificar plenamente, pero es razonable porque cada uno tiene sus razones para creer. Al mismo tiempo, es individual, ya que una persona debe hace su propia decisión de creer, y también es social, ya que es la fe de toda la Iglesia. La fe es una especie de yugo que lleva consigo muchos retos, pero también es una fuente de libertad y alivio. La fe es una joya de gran valor.