VIERNES 21
Nuestra Señora de la Altagracia, Patrona de la República DominicanaRojo Memoria, santa Inés, virgen y mártir MR, pp. 691 (681).939 (931) / Lecc. I, p. 524
Otros santos: Beato Francisco Bang, mártir laico.
La jovencita romana, Inés, tendría entre 12 y 15 años, cuando espontáneamente se ofreció a morir por su fe cristiana, en el tiempo que arreciaba la persecución de Diocleciano (305). San Ambrosio nos ha conservado el relato del martirio de santa Inés, a quien la Iglesia le ha tenido una especial devoción.
NIVELES DE INTERPRETACIÓN
1 Sam24, 3-21; Sal 56; Mc 3, 13-19
En un nivel de interpretación, nuestra primera lectura es una justificación política que probablemente proviene de los partidarios del rey David y su dinastía. Muestra que David nunca se opuso a Saúl -quien hace caso de gente chismosa (v. 10)-, y que es inocente de la muerte de éste, narrada más adelante. No obstante, la lectura puede comprenderse en otro nivel de interpretación como una llamada a la integridad. A este nivel, David es un fiel devoto que pone en alto la lealtad al legítimo, aunque impopular, rey de Israel y exhibe profundo respeto por la vida del ungido. Somos invitados a seguir su ejemplo. Un tal nivel más alto de interpretación no es un engaño. Es el resultado de la inspiración divina que puede soplar, aun en los textos más cínicos, el aire fresco de la verdad divina.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Ya sigue al Cordero crucificado por nosotros, la virgen llena de valor, ofrenda de pudor y víctima de castidad.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que escoges lo débil del mundo para confundir a los fuertes, concede propicio, a quienes celebramos el martirio de santa Inés, que imitemos su firmeza en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
No pondré la mano sobre el ungido del Señor.
Del primer libro de Samuel: 24, 3-21
En aquellos días, Saúl tomó consigo tres mil hombres valientes de todo Israel y marchó en busca de David y su gente, en dirección de las rocas llamadas "las Cabras Monteses", y llegó hasta donde había un redil de ganado, junto al camino. Había allí una cueva, y Saúl entró en ella para satisfacer sus necesidades.
David y sus hombres estaban sentados en el fondo de la cueva. Ellos le dijeron: "Ha llegado el día que te anunció el Señor, cuando te hizo esta promesa: 'Pondré a tu enemigo entre tus manos, para que hagas con él lo que mejor te parezca' ".
David se levantó sin hacer ruido y cortó la punta del manto de Saúl. Pero a David le remordió la conciencia por haber cortado el manto de Saúl y dijo a sus hombres: "Dios me libre de levantar la mano contra el rey, porque es el ungido del Señor". Con estas palabras contuvo David a sus hombres y no les permitió atacar a Saúl.
Saúl salió de la cueva y siguió su camino. David salió detrás de él y le gritó: "Rey y señor mío". Y cuando Saúl miró hacia atrás, David le hizo una gran reverencia, inclinando la cabeza hasta el suelo, y le dijo: "¿Por qué haces caso a la gente que dice: 'David trata de hacerte mal'? Daté cuenta de que hoy el Señor te puso en mis manos en la cueva y pude matarte, pero te perdoné la vida, pues me dije: 'No alzaré mi mano contra el rey, porque es el ungido del Señor'. Mira la punta de tu manto en mi mano. Yo la corté y no te maté. Reconoce, pues, que en mí no hay traición y que no he pecado contra ti. Tú, en cambio, andas buscando la ocasión de quitarme la vida. Que el Señor sea nuestro juez, y que él me haga justicia. Yo no alzaré mi mano contra ti, porque como dice el antiguo proverbio: 'Los malos obran mal'. ¿Contra quién has salido a guerrear, rey de Israel? ¿A quién persigues? A un perro muerto, a una pulga. Que el Señor sea el juez y nos juzgue a los dos. Que él examine mi causa y me libre de tu mano".
Cuando David terminó de hablar, Saúl le respondió: "¿Eres tú, David, hijo mío, quien así me habla?". Saúl rompió a llorar y, levantando la voz, le dijo: "Tú eres más justo que yo, porque sólo me haces el bien, mientras que yo busco tu mal.
Hoy has demostrado conmigo tu gran bondad, pues el Señor me puso en tus manos, y tú no me has quitado la vida. ¿Qué hombre, que encuentra a su enemigo, le permite seguir su camino en paz? Que el Señor te recompense por lo que hoy has hecho conmigo. Ahora estoy cierto de que llegarás a ser rey y de que el reino de Israel se consolidará en tus manos". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 56, 2. 3-4. 6. Y 11.
R/. Señor, apiádate de mí.
Apiádate de mí, Señor, apiádate, pues en ti me refugio; me refugio a la sombra de tus alas hasta que pase el infortunio. R/.
Voy a clamar al Dios altísimo, al Dios que me ha colmado de favores; desde el cielo, su amor y su lealtad me salvarán de mis perseguidores. R/.
Señor, demuestra tu poder y llénese la tierra de tu gloria; pues tu amor es más grande que los cielos y tu fidelidad las nubes toca. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO 2 Cor 5, 19
R/. Aleluya, aleluya.
Dios reconcilió al mundo consigo, por medio de Cristo, ya nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación. R/.
EVANGELIO
Jesús llamó a los que él quiso, para que se quedaran con él.
Del santo Evangelio según san Marcos: 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que él quiso, y ellos lo siguieron. Constituyó a doce para que se quedaran con él, para mandados a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios.
Constituyó entonces a los Doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanergues, es decir "hijos del trueno"; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que después lo traicionó. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Señor, que los dones que te presentamos en la celebración de santa Inés, por tu gracia, te sean agradables, así como te fue grato el combate de su martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Apoc 7,17
El Cordero, que está en el trono, los conducirá a las fuentes del agua de la vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, que coronaste entre los santos a la bienaventurada santa Inés por la doble victoria de su virginidad y de su martirio, concédenos. por la eficacia de este sacramento, que, venciendo valerosamente todo mal, consigamos la gloria del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.