DOMINGO 16
Verde Domingo II del Tiempo Ordinario MR, p. 416 (412); Lecc. I, p. 265 LH, semana II del Salterio
Otros santos: Marcelo I, XXX Papa. Beatos: Luis Antonio Ormières, presbítero y fundador; José Antonio Tovini, maestro, abogado y Terciario franciscano; Juana María Condesa Llunch, virgen fundadora.
CRISTO DA COMIENZO A SUS SIGNOS
Is 62, 1-5; Sal 96; Cor 12,4-11; Jn 2, 1-11
Frecuentemente, en el Antiguo Oriente Próximo el matrimonio era utilizado por muchas naciones como una metáfora para el amor entre un dios y su pueblo. Los israelitas y luego los cristianos se apropiaron de esta metáfora como un medio importante para expresar su relación íntima con Dios. El hecho de que la metáfora sirve como un gran marco que encuadra toda la Biblia (se encuentra implicada en el primer capítulo del primer libro bíblico: Gén 1, 27-30 Y en el último capítulo del último libro: Apoc 22,12-17), muestra su importancia. Por lo tanto, cuando Jesús escoge una boda en Caná para dar comienzo a sus "signos" (milagros), está afirmando en términos metafóricos, pero inequívocos, que vino para restaurar la relación amorosa entre Dios y una humanidad que ya la ha roto mil veces con su infidelidad.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 4
Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra, escucha con amor las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz.
Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Como el esposo se alegra con la esposa.
Del libro del profeta Isaías: 62, 1-5
Por amor a Sión no me callaré y por amor a Jerusalén no me daré reposo, hasta que surja en ella esplendoroso el justo y brille su salvación como una antorcha.
Entonces las naciones verán tu justicia, y tu gloria todos los reyes. Te llamarán con un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona de gloria en la mano del Señor y diadema real en la palma de su mano.
Ya no te llamarán "Abandonada", ni a tu tierra, "Desolada"; a ti te llamarán "Mi complacencia" y a tu tierra, "Desposada", porque el Señor se ha complacido en ti y se ha desposado con tu tierra.
Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor; como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 95, 1-2. 2b-3. 7-8a. 9-10ac.
R/. Cantemos la grandeza del Señor.
Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo. R/.
Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas. R/.
Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre. R/.
Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. "Reina el Señor", digamos a los pueblos, gobierna a las naciones con justicia. R/.
SEGUNDA LECTURA
Uno solo y el mismo Espíritu distribuye sus dones según su voluntad.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 12,4-11
Hermanos: Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Uno recibe el don de la sabiduría; otro, el don de la ciencia. A uno se le concede el don de la fe; a otro, la gracia de hacer curaciones, y a otro más, poderes milagrosos.
Uno recibe el don de profecía, y otro, el de discernir los espíritus. A uno se le concede el don de lenguas, y a otro, el de interpretarlas. Pero es uno solo y el mismo Espíritu el que hace todo eso, distribuyendo a cada uno sus dones, según su voluntad. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. 2 Tes 2,14
R/. Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R/.
EVANGELIO
La primera señal milagrosa de Jesús, en Caná de Galilea.
Del santo Evangelio según san Juan: 2, 1-11
En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: "Ya no tienen vino". Jesús le contestó: "Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora". Pero ella dijo a los que servían: "Hagan lo que él les diga".
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: "Llenen de agua esas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: "Saquen ahora un poco y llévenselo al encargado de la fiesta".
Así lo hicieron, y en cuanto el encargado de la fiesta probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora".
Esto que Jesús hizo en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos al Señor y pidámosle que escuche compasivamente nuestras plegarias:
Por la santa Iglesia de Dios, para que Dios, nuestro Señor, le conceda la paz y la unidad y la proteja en todo el mundo, roguemos al Señor.
Por los gobernantes de nuestra patria y de todas las naciones, para que Dios, nuestro Señor, dirija sus pensamientos y decisiones hacia una paz verdadera, roguemos al Señor.
Por los que están en camino de conversión y por los que se preparan a recibir el bautismo, para que Dios, nuestro Señor, les abra la puerta de la misericordia y les dé parte en la vida nueva de Cristo Jesús, roguemos al Señor.
Por nuestros familiares y amigos que no están ahora aquí con nosotros, para que Dios, nuestro Señor, escuche sus oraciones y lleve a la realidad sus deseos, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que, en la hora de la cruz, invitaste a la humanidad a unirse a Cristo, esposo y Señor, escucha nuestras oraciones y haz que la Iglesia experimente en el convite dominical la fuerza transformadora del amor de Cristo y sepa pregustar en este convite la esperanza alegre de las bodas eternas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente en estos misterios, porque cada vez que se celebra el memorial de este sacrificio, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 22, 5
Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado mi copa hasta los bordes.
O bien: 1 Jn 4,16
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con el pan del cielo, vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.-Necesitamos una nueva visión de lo que los evangelistas sinópticos denominan "las grandes hazañas" de Jesús; el evangelista Juan las llama los "signos" de Cristo, y nosotros las llamamos "milagros". Desde el siglo XVIII, los cristianos hemos concebido los milagros como violaciones de las leyes naturales. Cuando una persona se cura de una enfermedad, por ejemplo, y los médicos no logran explicar por qué, decimos que ha sido un milagro. Sin embargo, esta concepción es problemática. El que no podamos explicar un acontecimiento podría resultar de una ciencia médica que no es suficientemente desarrollada. Además, ¿por qué crearía Dios las leyes naturales, simplemente para violarlas? Lo que es peor, este concepto de milagro supone que Dios está lejos de la creación y sólo interviene en ella parar efectuar milagros. ¡Pero Dios está siempre con nosotros! Tales acontecimientos narrados en los evangelios muestran, nos dice S. S. Juan Pablo II (cf Audiencia General, 11/XI/1987), a través de los milagros, la verdad del Hijo de Dios y conducen a la fe que es principio de salvación.