DOMINGO 5
Morado Domingo II de Adviento MR, p. 128 (152) / Lecc. I, p. 239
Otros santos: Sabas de Capadocia, eremita y abad. Beatos: Nicolás Stensen el "Padre de la Geología", presbítero y obispo; Jean-Baptiste Fouque, sacerdote.
EL TIEMPO, UNA REALIDAD SAGRADA
Bar 5, 1-9; Sal 125; Flp 1, 4-6. 8-11; Lc 3, 1-6
Para Lucas es muy importante resaltar el momento histórico cuando la Palabra del Señor se dirige a Juan Bautista. Esta tendencia del evangelista no sólo proporciona una oportunidad de exhibir a sus lectores originales la elegancia de su estilo literario (los versículos 1 al 2 del Evangelio constituyen una sola frase elegante en el griego), sino que revela su actitud hacia el tiempo. El tiempo para él no es un mero flujo de momentos sucesivos, un contexto abstracto necesario para que ciertos acontecimientos sucedan, sino que puede ser algo sagrado, una herramienta que Dios utiliza. El tiempo está en la mente de Dios, porque forma parte de su plan de salvación, y en la voluntad divina, porque Dios quiere salvar a los seres humanos en los momentos más oportunos. En síntesis, el tiempo es una realidad sagrada.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 30.19.30
Pueblo de Sión, mira que el Señor va a venir para salvar a todas las naciones y dejará oír la majestad de su voz para alegría de tu corazón.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios omnipotente y misericordioso, haz que ninguna ocupación terrena sirva de obstáculo a quienes van presurosos al encuentro de tu Hijo, antes bien, que el aprendizaje de la sabiduría celestial, nos lleve a gozar de su presencia. El, que vive y reina contigo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Dios mostrará su grandeza.
Del libro del profeta Baruc: 5, 1-9
Jerusalén, despójate de tus vestidos de luto y aflicción, y vístete para siempre con el esplendor de la gloria que Dios te da; envuélvete en el manto de la justicia de Dios y adorna tu cabeza con la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu grandeza a cuantos viven bajo el cielo. Dios te dará un nombre para siempre: "Paz en la justicia y gloria en la piedad".
Ponte de pie, Jerusalén, sube a la altura, levanta los ojos y contempla a tus hijos, reunidos de oriente y de occidente, a la voz del espíritu, gozosos porque Dios se acordó de ellos. Salieron a pie, llevados por los enemigos; pero Dios te los devuelve llenos de gloria, como príncipes reales.
Dios ha ordenado que se abajen todas las montañas y todas las colinas, que se rellenen todos los valles hasta aplanar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios. Los bosques y los árboles fragantes le darán sombra por orden de Dios. Porque el Señor guiará a
Israel en medio de la alegría y a la luz de su gloria, escoltándolo con su misericordia y su justicia. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6.
R/. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar; entonces no cesaba de reír nuestra boca, ni se cansaba entonces la lengua de cantar. R/.
Aun los mismos paganos con asombro decían: "¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!". Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor. R/.
Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor. R/.
Al ir, iban llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas. R/.
SEGUNDA LECTURA
Manténganse limpios e irreprochables para el día de Cristo.
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 1, 4-6. 8-11
Hermanos: Siempre que pido por ustedes, lo hago con gran alegría, porque han colaborado conmigo en la causa del Evangelio, desde el primer día hasta ahora.
Estoy convencido de que aquel que comenzó en ustedes esta obra, la irá perfeccionando siempre hasta el día de la venida de Cristo Jesús.
Dios es testigo de cuánto los amo a todos ustedes con el amor entrañable con que los ama Cristo Jesús. Y ésta es mi oración por ustedes: Que su amor siga creciendo más y más y se traduzca en un mayor conocimiento y sensibilidad espiritual. Así podrán escoger siempre lo mejor y llegarán limpios e irreprochables al día de la venida de Cristo, llenos de los frutos de la justicia, que nos viene de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Lc 3, 4.6
R/. Aleluya, aleluya.
Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán la salvación de Dios. R/.
EVANGELIO
Todos verán la salvación de Dios.
Del santo Evangelio según san Lucas: 3, 1-6
En el año décimo quinto del reinado del César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías.
Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías:
Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Salgamos al encuentro del Señor, que se acerca a nosotros con designios de paz, y presentémosle confiados nuestra plegaria. Digamos confiadamente: Ven Señor Jesús. (R/. Ven Señor Jesús.)
Para que la Iglesia viva alegre, sin inquietarse por nada, y, llena de esperanza, crea que el Señor está cerca de ella, roguemos al Señor.
Para que nuestro tiempo, con la ayuda de Dios, goce de seguridad, de alegría y de paz, roguemos al Señor.
Para que el Señor, con su venida, conforte los corazones abatidos y fortalezca las rodillas que se doblan, roguemos al Señor.
Para que nuestra fe crea firmemente en los dones que Dios nos promete y, ayudados por la gracia divina, nos dispongamos a recibir los auxilios que él nos envía, roguemos al Señor.
Señor Dios, grande en el amor, que llamas a los humildes al esplendor de tu reino, escucha nuestra oración y endereza nuestro camino hacia ti; abaja los montes elevados de nuestra soberbia, para que celebremos con fe ardiente la venida de Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que te sean agradables, Señor, nuestras humildes súplicas y ofrendas, y puesto que no tenemos méritos en qué apoyarnos, nos socorra el poderoso auxilio de tu benevolencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o III de Adviento, MR, pp. 484-486 (485-487).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Bar 5, 5; 4, 36
Levántate, Jerusalén, sube a lo alto, para que contemples la alegría que te viene de Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Saciados por el alimento que nutre nuestro espíritu, te rogamos, Señor, que, por nuestra participación en estos misterios, nos enseñes a valorar sabiamente las cosas de la tierra y a poner nuestro corazón en las del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, MR, pp. 603-604 (598).
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.-De entre todos los Tiempos litúrgicos del año, Adviento es el que más dirige nuestra atención al tiempo mismo, pues habla del pasado de Israel, del presente de la Iglesia y del futuro de la humanidad. Nos recuerda que el tiempo es trascendental. No intenta dar una definición filosófica del tiempo (san Agustín de Hipona proclamó, de manera famosa, la dificultad de hacerlo), sino que nos estimula a meditar sobre nuestra actitud. ¿Cómo disponemos del tiempo que Dios nos ha otorgado? ¿Lo desperdiciamos, olvidándonos de su importancia, subestimándolo como una pertenencia de la que siempre gozaremos, haciéndonos flojos? ¿Lo guardamos con celo, acaparando nuestros momentos sólo para nosotros, negando nuestro tiempo a los demás que nos necesitan? ¿O lo consagramos por medio de nuestras plegarias, nuestra atención asidua y nuestra generosidad? El tiempo es un don divino. Hay que usarlo sabiamente.