JUEVES 30
Blanco Día VI dentro de la Octava de Navidad MR p. 160 (182) / Lecc. I, p. 439
Otros santos: Félix 1, Papa. Beatos: Juan María Boccardo, presbítero y fundador; Eugenia Ravasco, virgen fundadora.
¿QUIÉNES SON LAS ANAS DE NUESTRA COMUNIDAD?
I Jn 2,12-17; Sal 95; Lc 2,36-40
La intervención de Ana sirve para completar el cuadro de los profetas, varones y mujeres enviados por Dios para dar testimonio de la presencia del Mesías en medio de su pueblo. Pero es una conclusión inesperada. Es que Ana fue un personaje marginal de la sociedad antigua. Era viuda sin hijos, que quiere decir que era desamparada, olvidada, sin el apoyo de un hombre o de una familia. Pero evidentemente Ana no aceptaba esta marginación. Si no tenía apoyo social, iba a buscar apoyo divino. Por eso, se consagró totalmente a Dios; no se apartaba del templo, según el ideal israelita perfecto (Sal 23, 6; 26, 8), y se dedicaba al ayuno y la oración. Siendo así marginada, pero fiel, Ana pudo reconocer a Jesús como la redención de Jerusalén. Toda parroquia y comunidad cristiana tiene sus Anas. Busquémoslas y honrémoslas.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sab 18,14-15
Cuando un profundo silencio envolvía todas las cosas y la noche estaba a la mitad de su camino, tu Palabra todopoderosa, Señor, bajó desde el trono real del cielo.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso, que, viéndonos sujetos a la antigua esclavitud bajo el yugo del pecado, nos libere el nuevo nacimiento según la carne de tu Unigénito. El, que vive y reina contigo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El que hace la voluntad de Dios tiene vida eterna.
De la primera carta del apóstol san Juan: 2, 12-17
Les escribo a ustedes, hijitos, porque han sido perdonados sus pecados en el nombre de Jesús. Les escribo a ustedes, padres, porque conocen al que existe desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al demonio. Les he escrito a ustedes, hijitos, porque conocen al Padre. Les he escrito a ustedes, padres, porque conocen al que existe desde el principio. Les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes y la palabra de Dios permanece en ustedes y han vencido al demonio.
No amen al mundo ni lo que hay en él. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo: las pasiones desordenadas del hombre, las curiosidades malsanas y la arrogancia del dinero, no vienen del Padre, sino del mundo. El mudo pasa y sus pasiones desordenadas también. Pero el que hace la voluntad de Dios tiene vida eterna. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 95, 7-8a. 8b-9.10.
R/. Alaben al Señor, todos los pueblos.
Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre. R/.
Ofrézcanle en sus atrios sacrificios. Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. R/.
"Reina el Señor", digamos a los pueblos. Él afianzó con su poder el orbe, gobierna a las naciones con justicia. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Un día sagrado ha brillado para nosotros. Vengan, naciones, y adoren al Señor, porque hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra. R/.
EVANGELIO
Ana hablaba del niño a los que aguardaban la liberación de Israel.
Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 36-40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. (Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño,) se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta benignamente, Señor, los dones de tu pueblo, para que recibamos, por este sacramento celestial, aquello mismo que el fervor de nuestra fe nos mueve a proclamar. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-III de Navidad, MR, pp. 493-495 (489-491).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 1. 16
De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, que nos unes a ti al permitirnos participar en tus sacramentos, realiza su poderoso efecto en nuestros corazones, y que la misma recepción de este don tuyo nos haga más dignos de seguirlo recibiendo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.