MIÉRCOLES 17

Blanco Memoria de santa Isabel de Hungría, religiosa MR, p. 881 (869) / Lecc. II, p. 1017

Otros santos: Juan del Castillo y compañeros, sacerdotes jesuitas y mártires. Beato Josafat Kocylovskyj, presbítero, obispo y mártir.

A los 14 años de edad, Isabel se casó con Luis IV de Turingia (Alemania). Juntos pasaron seis años de felicidad tratando de vivir en el hogar los ideales de san Francisco de Asís. Pero en 1227 muere Luis y deja a Isabel esperando un niño. Entonces ella escucha el llamamiento
a una vida de total pobreza, en la cual se desgasta prematuramente, al servicio de los más pobres.
Del Común de santos y santas: para los que hicieron obras de misericordia, MR, p. 976 (968).

DIOS NO ES UN MAGO
2 Mac 7,1.20-31; Sal 16; Lc 19,11-28

En el Evangelio de hoy, Lucas narra que, al punto de entrar en Jerusalén, Jesús hace algo inesperado: presenta una parábola un poco compleja, basada en las expectativas comunes de la época y, según algunos exégetas, en un viaje que hizo un rey histórico. Con esta parábola, el evangelista nos advierte que Jesús no ve, como sus contemporáneos, que el Mesías se encargaría de todo y, de un solo golpe, su reinado quedaría instaurado. Parece que el Mesías era considerado como una especie de mago, en la opinión de algunos. Para Jesús, en la tarea del Mesías y en la instauración del reinado de los cielos, el Mesías y Dios no son los únicos actores. Al contrario, están involucrados todos y cada uno de los creyentes, según sus capacidades y dones; todos debemos poner empeño en la instauración del proyecto de Dios.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Mt 25, 34. 36. 40

Vengan, benditos de mi Padre, dice el Señor, porque estuve enfermo y me visitaron. Yo les aseguro que cuando hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron.

O bien: Sal 111, 9

Al pobre da con abundancia, obra siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que concediste a santa Isabel de Hungría el don de reconocer y honrar a Cristo en los pobres, concédenos, por su intercesión, servir con incansable caridad a los necesitados y afligidos. Por nuestro Señor Jesucristo ...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

El creador del mundo les devolverá el alimento y la vida.

Del segundo libro de los Macabeos: 7, 1. 20-31

En aquellos días, arrestaron a siete hermanos junto con su madre. El rey Antíoco Epífanes los hizo azotar para obligados a comer carne de puerco, prohibida por la ley.
Muy digna de admiración y de glorioso recuerdo fue aquella madre que, viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un solo día, lo soportó con entereza, porque tenían puesta su esperanza en el Señor. Llena de generosos sentimientos y uniendo un temple viril a la ternura
femenina, animaba a cada uno de ellos en su lengua materna, diciéndoles:
"Yo no sé cómo han aparecido ustedes en mi seno; no he sido yo quien les ha dado el aliento y la vida, ni he unido yo los miembros que componen su cuerpo. Ha sido Dios, creador del mundo, el mismo que formó el género humano y creó cuanto existe. Por su misericordia, él les dará de nuevo el aliento y la vida, ya que por obedecer sus santas leyes, ustedes la sacrifican ahora".
Antíoco pensó que la mujer lo estaba despreciando e insultando.
Aún quedaba con vida el más pequeño de los hermanos y Antíoco trataba de ganárselo, no sólo con palabras, sino hasta con juramentos le prometía hacerlo rico y feliz, con tal de que renegara de las tradiciones de sus padres; lo haría su amigo y le daría un cargo.
Pero como el muchacho no le hacía el menor caso, el rey mandó llamar a la madre y le pidió que convenciera a su hijo de que aceptara, por su propio bien. El rey se lo pidió varias veces, y la madre aceptó. Se acercó entonces a su hijo, y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna: "Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé en mi seno nueve meses, te amamanté tres años y te he criado y educado hasta la edad que tienes. Te ruego, hijo mío, que mires el cielo y la tierra, y te fijes en todo lo que hay en ellos; así sabrás que Dios lo ha hecho todo de la nada y que en la misma forma ha hecho a los hombres. Así, pues, no le tengas miedo al verdugo, sigue el buen ejemplo de tus hermanos y acepta la muerte, para que, por la misericordia de Dios, te vuelva yo a encontrar con ellos".
Cuando la madre terminó de hablar, el muchacho dijo a los verdugos: "¿Qué esperan? No voy a obedecer la orden del rey; yo obedezco los mandamientos de la ley dada a nuestros padres por medio de Moisés. Y tú, rey, que eres el causante de tantas desgracias para los hebreos, no escaparás de las manos de Dios". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 16, 1. 5-6. 8b y 15.
R/. Escóndeme, Señor, bajo la sombra de tus alas.

Señor, hazme justicia y a mi clamor atiende; presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten. R/.
Mis pies en tus caminos se mantuvieron firmes, no tembló mi pisada. A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras. R/.
Protégeme, Señor, como a las niñas de tus ojos, bajo la sombra de tus alas escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Jn 15, 16
R/. Aleluya, aleluya.

Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca. R/.

EVANGELIO

¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?

Del santo Evangelio según san Lucas: 19, 11-28

En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola:
"Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: 'Inviertan este dinero mientras regreso'.
Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: 'No queremos que éste sea nuestro rey'.
Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno. Se presentó el primero y le dijo: 'Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas'. Él le contestó: 'Muy bien. Eres
un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades'.
Se presentó el segundo y le dijo: 'Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas'. Y el señor le respondió:
'Tú serás gobernador de cinco ciudades'.
Se presentó el tercero y le dijo: 'Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado'. El señor le contestó: 'Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?'.
Después les dijo a los presentes: 'Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez'. Le respondieron: 'Señor, ya tiene diez monedas'. Él les dijo: 'Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia"'.
Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acoge, Señor, las ofrendas de tu pueblo, para que, al celebrar la obra de la caridad inmensa de tu Hijo, seamos confirmados en el amor a ti y al prójimo, a ejemplo de santa Isabel de Hungría. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 15, 13

Nadie tiene un amor más grande, que el que da la vida por sus amigos.

O bien: Cfr. Jn 13, 35

En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se aman los unos a los otros, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados por este sacramento, concédenos, Señor, seguir los ejemplos de santa Isabel de Hungría, que te honró con su incansable piedad y con su inmensa claridad hizo tanto bien a su pueblo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

O bien:

Alimentados con este sacramento de salvación, suplicamos humildemente a tu bondad, Señor, que, haciéndonos imitadores de la caridad de santa Isabel de Hungría, participemos también de su gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.