DOMINGO 6

Morado Domingo II de Adviento MR, p. 128 (152) / Lecc. I, p. 128

Otros santos: Nicolás de Bari o de Myra, presbítero y obispo; José Nguyen Duy Khang, catequista mártir. Beata Aurelia Arambarri, religiosa de las Siervas de Maria Ministras de los Enfermos y mártir.

DIOS SÍ DA LA CARA
Is 40, 1-5. 9-11; 2 Pe 3,8-14; Mc 1,1-18

Juan Bautista, lo mismo que Isaías, fueron figuras proféticas que consolaron y animaron a unos oyentes pasmados por la desesperanza y el sufrimiento. El profeta que tradicionalmente ha sido llamado Segundo Isaías sabe de lo que está hablando. Dios mostrará su gloria. El tiempo sombrío del exilio y la opresión en Babilonia llegará a su fin en semanas. No hay lugar para la aflicción, sino para la esperanza. El profeta entendió que su misión era consolar y animar a sus hermanos, atrapados en el pantano del destierro. El profeta del Jordán también está cierto que Dios ofrece una segunda oportunidad a Israel. Ese mundo nuevo se cimentará en el interior de cada persona que reconozca su adicción al mal, confiese sus pecados, reciba el bautismo y se comprometa a dejarse guiar por el auxilio de Dios. Jesús, el enviado de Dios, está llegando.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 30,19.30

Pueblo de Sión, mira que el Señor va a venir para salvar a todas las naciones y dejará oír la majestad de su voz para alegría de tu corazón.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios omnipotente y misericordioso, haz que ninguna ocupación terrena sirva de obstáculo a quienes van presurosos al encuentro de tu Hijo, antes bien, que el aprendizaje de la sabiduría celestial, nos lleve a gozar de su presencia. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Preparen el camino del Señor.

Del libro del profeta Isaías: 40, 1-5. 9-11

"Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados".
Una voz clama: "Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán". Así ha hablado la boca del Señor.
Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá: "Aquí está su Dios.
Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo. El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentará su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 84, 9ab-10.1l-12.13-14.
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador.

Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.
La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. R/.
Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R/.

SEGUNDA LECTURA

Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva.

De la segunda carta del apóstol san Pedro: 3, 8-14

Queridos hermanos: No olviden que para el Señor, un día es como mil años y mil años, como un día. No es que el Señor se tarde, como algunos suponen, en cumplir su promesa, sino que les tiene a ustedes mucha paciencia, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.
El día del Señor llegará como los ladrones. Entonces los cielos desaparecerán con gran estrépito, los elementos serán destruidos por el fuego y perecerá la tierra con todo lo que hay en ella.
Puesto que todo va a ser destruido, piensen con cuánta santidad y entrega deben vivir ustedes esperando y apresurando el advenimiento del día del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos.
Pero nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por lo tanto, queridos hermanos, apoyados en esta esperanza, pongan todo su empeño en que el Señor los halle en paz con él, sin mancha ni reproche. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 3, 4. 6
R/. Aleluya, aleluya.

Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán la salvación de Dios. R/.

EVANGELIO

Enderecen los senderos del Señor.

Del santo Evangelio según san Marcos: 1, 1-8

Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta Isaías está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: "Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos".
En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de conversión, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: "Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

Salgamos al encuentro del Señor, que se acerca a nosotros con designios de paz, y presentémosle confiados nuestra plegaria. Digamos confiadamente: Ven Señor Jesús. (R/. Ven Señor Jesús.)
Para que la Iglesia viva alegre, sin inquietarse por nada, y, llena de esperanza, crea que el Señor está cerca de ella, roguemos al Señor.
Para que nuestro tiempo, con la ayuda de Dios, goce de seguridad, de alegría y de paz, roguemos al Señor.
Para que el Señor, con su venida, conforte los corazones abatidos y fortalezca las rodillas que se doblan, roguemos al Señor.
Para que nuestra fe crea firmemente en los dones que Dios nos promete y, ayudados por la gracia divina, nos dispongamos a recibir los auxilios que él nos envía, roguemos al Señor.
Señor Dios, grande en el amor, que llamas a los humildes al esplendor de tu reino, escucha nuestra oración y endereza nuestro camino hacia ti; abaja los montes elevados de nuestra soberbia, para que celebremos con fe ardiente la venida de Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te sean agradables, Señor, nuestras humildes súplicas y ofrendas, y puesto que no tenemos méritos en qué apoyarnos, nos socorra el poderoso auxilio de tu benevolencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I o III de Adviento, MR, pp. 489-491 (485-487).

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Bar 5, 5; 4, 36

Levántate, Jerusalén, sube a lo alto, para que contemples la alegría que te viene de Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Saciados por el alimento que nutre nuestro espíritu, te rogamos, Señor, que, por nuestra participación en estos misterios, nos enseñes a valorar sabiamente las cosas de la tierra y a poner nuestro corazón en las del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, MR, pp. 603-604 (598).

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Como diría el clásico, estamos en medio de una tormenta perfecta: una pandemia que no cesa, una violencia criminal que aumenta, una crisis de empleo que no se atiende debidamente. Problemas enormes, sensación de impotencia y desánimo. Los discípulos de Jesús no podemos alegar que esa situación no es de nuestra incumbencia. Estamos seguros de que Dios está con nosotros, ofreciéndonos la fuerza del Espíritu para renovamos y hacer la diferencia. Llamados a la acción sobran. En la familia, en la sociedad, en los hospitales encontraremos personas urgidas de un gesto de cuidado y compasión solidaria. Cada bautizado ha recibido un don y una responsabilidad: transparentar el amor de Dios en medio de las circunstancias donde Dios le ha plantado. Nuestra circunstancia es la de un país repleto de carencias y desafíos. Dios habrá de sostener nuestra esperanza.