DOMINGO 13

Morado o Rosa Domingo III de Adviento o Gaudete [Se omite la memoria de santa Lucía, virgen y mártir] MR, p. 135 (159) / Lecc. I, p. 131 LH, 3a semana del Salterio.

Otros santos: Beatos Antonio Grassi, presbítero de la Congregación del Oratorio; Juan Marinoni, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares y fundador.

LA COMPAÑÍA DE LOS PROFETAS
Is 61,1-2. 10-11; 1 Tes 5,16-24; Jn 1,6-8. 19-28

El Señor Jesús recurrió en distintos momentos a los mensajes del profeta Isaías para descifrar el misterio de su misión como enviado del Padre, de manera especial se apropió del oráculo del profeta Isaías que nos presenta la liturgia. Siguiendo el tono del pasaje advertimos que Jesús es un hombre genuino que tiene clara conciencia de su misión y su autoridad. Él no actuará a título personal, sino en calidad de enviado de Dios; más aún, realizará una misión martirial y dolorosa que sería imposible de cumplir sin la fuerza del Espíritu. Jesús, el hijo de Dios, sabe y vive como el verdadero ungido del Señor que dará consuelo a los prisioneros y oprimidos. Todos cuantos padecen la miseria humana verán la luz. En la misma perspectiva Juan Bautista animó a sus hermanos a emprender un movimiento de renovación interior que debería cambiar la vida de Israel. Juan y Jesús, enviados por Dios a liberar a Israel. El discípulo convertido en maestro y Salvador de sus hermanos.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Flp 4, 4. 5

Estén siempre alegres en el Señor, les repito, estén alegres. El Señor está cerca.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que contemplas a tu pueblo esperando fervorosamente la fiesta del nacimiento de tu Hijo, concédenos poder alcanzar la dicha que nos trae la salvación y celebrada siempre, con la solemnidad de nuestras ofrendas y con vivísima alegría. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Me alegro en el Señor con toda el alma.

Del libro del profeta Isaias: 61,1-2.10-11

El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los prisioneros, y a pregonar el año de gracia del Señor.
Me alegro en el Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi Dios, porque me revistió con vestiduras de salvación y me cubrió con un manto de justicia, como el novio que se pone la corona, como la novia que se adorna con sus joyas.
Así como la tierra echa sus brotes y el jardín hace germinar lo sembrado en él, así el Señor hará brotar la justicia y la alabanza ante todas las naciones. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Lucas 1,46-48.49-50.53-54.
R/. Mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador.

Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso los ojos en la humildad de su esclava. R/.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. R/.
A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo. R/.

SEGUNDA LECTURA

Conservémonos irreprochables en cuerpo y alma hasta la llegada del Señor.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses: 5,16-24

Hermanos: Vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues esto es lo que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús. No impidan la acción del Espíritu Santo, ni desprecien el don de profecía; pero sométanlo todo a prueba y quédense con lo bueno. Absténganse de toda clase de mal. Que el Dios de la paz los santifique a ustedes en todo y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, se conserve irreprochable hasta la llegada de nuestro Señor Jesucristo. El que los ha llamado es fiel y cumplirá su promesa.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Is 61, 1 (cit. en Lc 4, 18)
R/. Aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre mí, Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. R/.

EVANGELIO

En medio de ustedes hay uno al que ustedes no conocen.

Del santo Evangelio según san Juan: 1, 6-8.19-28

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.
Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: '¿Quién eres tú?".
El reconoció y no negó quién era. El afirmó: "Yo no soy el Mesías". De nuevo le preguntaron: "¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?". Él les respondió: "No lo soy". "¿Eres el profeta?". Respondió: "No". Le dijeron: "Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?". Juan les contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor, como anunció el profeta Isaías".
Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: "Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?". Juan les respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias". Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Confortados por el anuncio de la venida del Señor, oremos, hermanos, mientras esperamos confiadamente nuestra total liberación. Digamos confiadamente: R/. Ven Señor Jesús.
Para que Dios visite a la santa Iglesia con su venida y la gobierne con su asistencia, roguemos al Señor.
Para que con la tutela divina nuestros tiempos sean tranquilos y nuestra vida feliz, roguemos al Señor.
Para que el Señor con su venida cure los dolores de los enfermos, dé paz y alegría a los que no la tienen y libre al mundo de todos los males, roguemos al Señor.
Para que quienes ahora recordamos con piedad la primera venida del Señor en la carne, merezcamos participar también con gozo en su gloriosa aparición al final de los tiempos, roguemos al Señor.
Señor Dios, Padre de los pobres y desamparados, que llamas a todos los hombres a participar de la paz y bienestar de tu reino, escucha nuestra oración, muéstranos tu bondad y danos un corazón puro y generoso para allanar el camino al Salvador. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que este sacrificio, Señor, que te ofrecemos con devoción, nunca deje de realizarse, para que cumpla el designio que encierra tan santo misterio y obre eficazmente en nosotros tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I o IV de Adviento, MR, pp. 489-492 (485-488).

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Is 35, 4

Digan a los cobardes: "¡Ánimo, no teman!; miren a su Dios: viene en persona a salvarlos".

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Imploramos, Señor, tu misericordia, para que estos divinos auxilios nos preparen, purificados de nuestros pecados, para celebrar las fiestas venideras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, MR, pp. 603-604 (598).

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Nunca ha caído completamente del cielo la salvación. Todos los momentos de bendición que Dios nos ha regalado han tenido que emparejarse con procesos históricos de renovación personal y social. Un pueblo de personas corruptas, insolidarias y egoístas no puede ser salvado. Dios no violenta la libertad humana. Juan Bautista invitaba a confesar los pecados. Sin autocrítica, sin la voluntad de hacemos responsables de nuestras acciones no hay cuarta ni quinta transformación. Palabrería barata. La historia pondrá a esta generación en su merecido lugar. Ciudadanos y gobernantes hemos sido omisos. Quien no reconozca sus fallos no podrá renovarse. Mientras más soberbia muestran los que nos gobiernan, menos posibilidades tendremos de conseguir una renovación verdadera de nuestra vida pública. Los discípulos de Jesús sabemos que Dios nos invita a ser partícipes en unas relaciones pacíficas y justas. Somos invitados a ser testigos congruentes de su proyecto de salvación.