MARTES 15
Nuestra Señora de los Dolores
Blanco Memoria MR, p. 833 (822) / Lecc. II, pp. 796 Y 1120
Otros santos: Beatos Antonio María Schwartz, presbítero y fundador; Ladislao Miegon, presbítero y mártir.
La santísima Virgen María estuvo íntimamente unida a la pasión de su Hijo. Por eso está asociada de un modo particular a la gloria de su resurrección. La compasión de María, que celebramos en esta fiesta, nos recuerda que al pie de la cruz la maternidad de María se extendió a todo el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, es decir, a todos nosotros.
LOS DONES MÁS VALIOSOS
1 Cor 12,12-14.27-31; Lc 2, 33-35
La comunidad cristiana del puerto de Corinto había recibido una efusión de distintos dones y carismas. Algunos cristianos estaban encandilados con un par de carismas, a saber, el don de lenguas y la profecía. Al parecer dichos carismas los atraían porque les otorgaban una reputación de personas muy espirituales. Hablar en lenguas parecía ser el signo más evidente de haber sido poseído plenamente por el poder de Dios. Esa forma de pensar resultaba un tanto superficial y vanidosa porque subordinaba el bienestar de la comunidad a la reputación personal. San Pablo aborda el malentendido y los invita a ensanchar su perspectiva. No solamente les asegura que dichos carismas son escasamente útiles para la vida comunitaria, sino que les recuerda que existen otros ministerios verdaderamente indispensables como los que ejercen, apóstoles y maestros dentro de la comunidad.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Lc 2, 34-35
El anciano Simeón dijo a María: Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción; y a ti, una espada te atravesará el alma.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que quisiste que junto a tu Hijo en la cruz estuviera de pie su Madre, compartiendo su dolor, concede a tu Iglesia que, asociada con ella a la pasión de Cristo, merezca participar de su gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro de él.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 12,12-14.27-31
Hermanos: Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos.
Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro de él. En la Iglesia, Dios ha puesto en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en tercer lugar, a los maestros; luego, a los que hacen milagros, a los que tienen el don de curar a los enfermos, a los que ayudan, a los que administran, a los que tienen el don de lenguas y el de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos el don de curar? ¿Tienen todos el don de lenguas y todos las interpretan? Aspiren a los dones de Dios más excelentes. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 99, 2. 3. 4. 5.
R/. Sirvamos al Señor con alegría.
Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo. R/.
Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. R/.
Entremos por sus puertas dando gracias, crucemos por sus atrios entre himnos, alabando al Señor y bendiciéndolo. R/.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba. R/.
SECUENCIA (Lecc. II, p. 1120)
Esta secuencia es opcional tanto en su forma larga como en su forma breve, desde * ¡Oh dulce fuente de amor!
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosa la Virgen María, que sin morir, mereció la palma del martirio junto a la cruz del Señor. R/.
EVANGELIO
Y a ti, una espada te atravesará el alma.
Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 33-35
En aquel tiempo, el padre y la madre del niño estaban admirados de las palabras que les decía Simeón. El los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel. como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Dios misericordioso, las súplicas y ofrendas que te presentamos para alabanza de tu nombre, al venerar a la santísima Virgen María, a quien, bondadoso, nos entregaste como piadosísima Madre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de santa María Virgen (conmemoración) pp. 526-530 (527-531).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. 1 P 4, 13
Alégrense de compartir ahora los padecimientos de Cristo, para que cuando se manifieste su gloria, el júbilo de ustedes sea desbordante.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con el sacramento de la redención eterna, te pedimos, Señor, que, al conmemorar el dolor de la santísima Virgen María, completemos, a favor de la Iglesia, lo que falta en nosotros a los padecimientos de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Cipriano, obispo de Cartago, fue decapitado el 14 de septiembre de 258. Sus escritos, lo mismo que su martirio, revelan el alma de un verdadero pastor, siempre en la brecha para sostener a sus hermanos perseguidos y preservar la unidad de la Iglesia. En todo procuró dar
ejemplo de fidelidad a nuestro Señor. El papa Cornelio, quien murió en Civitavecchia después de un breve pontificado (251-253), se ganó el respeto y la amistad de Cipriano. Por este motivo, desde el siglo IV, la Iglesia romana festeja a Cornelio en su propia cripta en el aniversario de Cipriano.
LO MÁS VALIOSO ES EL AMOR
1 Cor 12,31-13,13; Lc 7, 31-35
No es la justicia, ni la escrupulosa observancia de las normas morales o las reglas de pureza lo que hace más valioso al creyente a los ojos de Dios. San Pablo nos recuerda que por encima del amor no existe nada más valioso. Esto queda ilustrado con el relato que nos comparte san Lucas, donde exhibe la torpeza de los contemporáneos de Jesús, quienes menospreciaron por igual el ascetismo del Bautista que la prodigalidad del Señor Jesús. Su estrechez mental les impedía atender el llamado de aquellos profetas. No se abrieron al regalo de la fe. De igual manera podemos vincular ambos pasajes. Solamente quien tiene en su corazón el don del amor, puede confiar y esperar siempre. En cambio, quien carece de ese don, se vuelve pretencioso y engreído. El que tiene consigo el amor de Dios, perdona siempre, confía siempre, espera siempre.
Del Común de mártires: para varios mártires, p. 925 (917), o del Común de pastores: para un obispo, p. 941 (933).