DOMINGO 12

Morado Domingo III de Cuaresma MR, p. 209 (228); Lecc. I, p. 60

Otros Santos: Pablo Aureliano de Lyon, obispo; Luis Orione, presbítero y fundador. Beata Ángela Salawa, virgen de la Tercera Orden Regular de San Francisco.

En este domingo se celebra el primer escrutinio preparatorio para el Bautismo de los catecúmenos que van a ser admitidos a los sacramentos de la Iniciación cristiana en la Vigilia Pascual. Se emplean las oraciones y las intercesiones propias, que aparecen en el MR, pp. 984-986 (976-978). Sin embargo, en la primera Misa de los escrutinios debe leerse siempre el Evangelio de la Samaritana; en la segunda, el del ciego de Nacimiento; y en la tercera, el de Lázaro, tal como se propone en los Domingos III, IV y V de Cuaresma para el ciclo A.

LA SED
Éx 17,3-7; Sal 95; Rom 5, 1-2. 5-8; Jn 4, 5-42

La sed intensa, grave, por falta del vital líquido, puede ser una de las experiencias más aterradoras de la existencia humana. En su forma más extrema, representa una muerte atroz. Podemos comprender, por lo tanto, las quejas del pueblo de Israel en el desierto, como se narra en nuestra primera lectura. Moisés y Aarón lo han conducido por una tierra árida, sin hacer previsiones para una de las necesidades más importantes de la vida y consecuentemente el pueblo experimenta una sed fuerte. Sin embargo, las quejas comprensibles se retuercen y desembocan en dudas acerca de Dios mismo, a quien el pueblo pone a prueba. La sed de la samaritana, en nuestro Evangelio, en contraste, no desemboca en consecuencias negativas, sino en la fe en Jesucristo, ya que se deja guiar, por medio de una conversación abierta y sincera, por el gran Maestro Jesucristo.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 24,15-16

Mis ojos están siempre fijos en el Señor, pues él libra mis pies de toda trampa. Mírame, Señor, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.

O bien: Cfr. Ez 36, 23-26

Cuando manifieste en medio de ustedes mi santidad, los reuniré de todos los países; derramaré sobre ustedes agua pura y quedarán purificados de todos sus pecados, y les infundiré un espíritu nuevo, dice el Señor.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, fuente de misericordia y de toda bondad, que enseñaste que el remedio contra el pecado está en el ayuno, la oración y la limosna, mira con agrado nuestra humilde confesión, para que a quienes agobia la propia conciencia nos reconforte siempre tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo ...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Tenemos sed: danos agua para beber.

Del libro del Éxodo: 17, 3-7

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, fue a protestar contra Moisés, diciéndole: "¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?".
Moisés clamó al Señor y le dijo: "¿Qué puedo hacer con este pueblo? Sólo falta que me apedreen". Respondió el Señor a Moisés: "Preséntate al pueblo, llevando contigo a algunos de los ancianos de Israel, toma en tu mano el cayado con que golpeaste el Nilo y vete. Yo estaré ante ti, sobre la peña, en Horeb. Golpea la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo".
Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: "¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 94,1-2.6-7.8-9.
R/. Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias. R/.
Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas. R/.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras". R/.

SEGUNDA LECTURA

Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 5, 1-2. 5-8

Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado.
Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Jn 4, 42. 15
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Señor, tú eres el Salvador del mundo. Dame de tu agua viva para que no vuelva a tener sed. R/.

EVANGELIO

Un manantial capaz de dar la vida eterna.

Del santo Evangelio según san Juan: 4, 5-42

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.
Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: "Dame de beber". (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: "¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". (porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva".
La mujer le respondió: "Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos di este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganado?". Jesús le contestó: "El que bebe de esta agua vuelve tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna".
La mujer le dijo "Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla". Él dijo: "Ve a llamar a tu marido y vuelve".
La mujer le contestó: "No tengo marido". Jesús le dijo: “Tienes razón en decir: ‘No tengo marido?. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.
La mujer le dijo: “Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén". Jesús le dijo: "Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
La mujer le dijo: "Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo". Jesús le dijo: "Soy yo, el que habla contigo".
En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: '¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?'. Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: "Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?". Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba.
Mientras tanto, sus discípulos le insistían: "Maestro, come". Él les dijo: "Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen". Los discípulos comentaban entre sí: "¿Le habrá traído alguien de comer?". Jesús les dijo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien, yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: 'Uno es el que siembra y otro el que cosecha'. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto".
Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: 'Me dijo todo lo que he hecho'. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra. Y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el Salvador del mundo". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Instruidos por el ejemplo de Jesús, el Señor, que en el desierto se entregaba a la oración, oremos también nosotros con insistencia a nuestro Dios: (R/. Escúchanos, Señor.)
Para que todos los fieles, por medio de las penitencias y prácticas cuaresmales, sean purificados de sus culpas y vean fortalecida su vida cristiana, roguemos al Señor.
Para que todos los pueblos alcancen la paz, la tranquilidad y el bienestar necesario y puedan así buscar más fácilmente los bienes del cielo, roguemos al Señor.
Para que el Señor conceda su fuerza a los que se ven tentados o se sienten turbados, infunda el deseo de la conversión a los pecadores y otorgue el consuelo del cielo a los que están tristes o abatidos, roguemos al Señor.
Para que infunda en todos nosotros el deseo de una verdadera conversión, a fin de que nos preparemos a celebrar debidamente el sacramento pascual de la penitencia, roguemos al Señor.
Señor nuestro, fuente de todo bien, que nunca dejas de ofrecernos el agua viva de la gracia que brota de la roca, que es Cristo, el Salvador, escucha nuestras oraciones y concédenos el don del Espíritu, para que manifestemos con valentía nuestra fe y anunciemos con gozo a nuestros hermanos las maravillas de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Por estas ofrendas, Señor, concédenos benigno el perdón de nuestras ofensas, y ayúdanos a perdonar a nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Si se emplean lecturas de la Misa de escrutinios, el prefacio III de Cuaresma, MR, pp. 210 (228-229).

PREFACIO: La Samaritana.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Porque él mismo, cuando pidió de beber a la samaritana, ya había infundido en ella el don de la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer, fue para encender en ella el fuego del amor divino. Por eso, Señor, te damos gracias y proclamamos tu grandeza, cantando con los ángeles: Santo, Santo, Santo ...

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 4,13-14

El que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados en la tierra con el pan del cielo, prenda de eterna salvación, te suplicamos, Señor, que lleves a su plenitud en nuestra vida la gracia recibida en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Dirige, Señor, los corazones de tus fieles y da en tu bondad a tus siervos una gracia tan grande que, cumpliendo en plenitud tus mandamientos, nos haga permanecer en tu amor y en el de nuestro prójimo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.-Por causa del cambio climático, entre otras causas, hay muchos en el mundo que temen la escasez de agua. La falta de acceso al agua y el temor de la experiencia de la sed que seguiría, han llegado a ser un motivo de tensiones internacionales. Pero cuando se habla de sed en el ambiente cristiano, puede referirse a algo bueno. Los que tienen sed en este sentido desean a Dios y lo buscan ansiosamente, como leemos por ejemplo en Sal 62, 1, Mt 5, 6, y Juan 7, 37. Sin embargo, tenemos que atender a la manera de saciar nuestra sed de Dios. No debemos pretender saciarla definitivamente en este mundo. Ni siquiera debemos intentar beber con un trago muy grande toda el agua que Dios nos otorga. Hay que dejarnos saciar por Cristo por medio del peregrinaje de la vida.