AGOSTO 2020
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DOMINGO 9

Verde XIX Domingo del Tiempo ordinario MR, p. 444 (429) / Lecc. II, p. 45 LH, 3ª. Semana

Otros Santos: Teresa Benedicta de la Cruz, religiosa de la Orden de Carmelitas Descalzas y mártir; Cándida María de Jesús, virgen fundadora; Mariana Cope de Molokai, religiosa de la Tercera Orden de San Francisco.

LAS DUDAS DE PEDRO
1 Re 19,9.11-13; Rom 9,1-5; Mt 14, 22-33

El Evangelio de san Mateo destaca la figura del pescador llamado Simón y apodado Pedro, es decir, roca, con mucha más amplitud que los otros sinópticos. En algunas escenas su figura se agranda y en otras, emerge su fragilidad. Este relato pertenece a la segunda categoría. La escena donde Jesús camina sobre las aguas del mar durante la madrugada está ubicada inmediatamente después del signo de los panes. Aunque la memoria de los Doce debía conservar el recuerdo de ese y otros signos, Pedro termina flaqueando. No consigue entregarse en las manos de Dios. El relato del libro de los Reyes nos presenta a un profeta desamparado. Elías perseguido está abatido y dispuesto a terminar su misión. La discreta presencia del Señor lo reconforta y le permite reafirmar su confianza en la fidelidad de Dios.

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 73, 20. 19. 22. 23

Acuérdate, Señor, de tu alianza; no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa; no olvides las voces de los que te buscan.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, a quien, enseñados por el Espíritu Santo, invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida. Por nuestro Señor Jesucristo ...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Quédate en el monte, porque el Señor va a pasar.

Del primer libro de los Reyes: 19, 9. 11-13

Al llegar al monte de Dios, el Horeb, el profeta Elías entró en una cueva y permaneció allí. El Señor le dijo: «Sal de la cueva y quédate en el monte para ver al Señor, porque el Señor va a pasar".
Así lo hizo Elías, y al acercarse el Señor, vino primero un viento huracanado, que partía las montañas y resquebrajaba las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Se produjo después un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Luego vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la cueva. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 84, 9ab-10.11-12.13-14.
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.
La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron; la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. R/.
Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R/.

SEGUNDA LECTURA

Hasta quisiera verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 9, 1-5

Hermanos: Les hablo con toda verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia me atestigua, con la luz del Espíritu Santo, que tengo una infinita tristeza y un dolor incesante tortura mi corazón.
Hasta aceptaría verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos, los de mi raza y de mi sangre, los israelitas, a quienes pertenecen la adopción filial, la gloria, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Ellos son descendientes de los patriarcas; y de su raza, según la carne, nació Cristo, el cual está por encima de todo y es Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 129, 5
R/. Aleluya, aleluya.

Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra. R/.

EVANGELIO

Mándame ir a ti caminando sobre el agua.

Del santo Evangelio según san Mateo: 14, 22-33

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: "¡Es un fantasma!". Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: "Tranquilícense y no teman. Soy yo".
Entonces le dijo Pedro: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven". Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame, Señor!" Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos, hermanos, a nuestro Señor Jesucristo, para que, acordándose de su promesa, escuche la oración de los que nos hemos reunido en su nombre. Digamos: escúchanos, Señor. (R/. Escúchanos, Señor.)
Por la paz que desciende del cielo, por la unión de las Iglesias y por la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.
Por los que trabajan por el bien de los pobres, por los que ayudan a los ancianos y por los que cuidan a niños y desvalidos, roguemos al Señor.
Por los que están abatidos o sometidos a una prueba, por los que están en peligro, por el retorno de los extraviados y por la libertad de los encarcelados, roguemos al Señor.
Por los que en este momento están orando con nosotros, por los que han pedido nuestras oraciones y por el reposo eterno de nuestros hermanos difuntos, roguemos al Señor.
Dios omnipotente y eterno, que con tu poder dominas la creación, escucha nuestras oraciones y haz que te reconozcamos presente y activo en todos los acontecimientos de nuestra historia, para que sepamos así afrontar las pruebas con serenidad y avancemos confiados hacia la paz de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe benignamente, Señor, los dones de tu Iglesia, y, al concederle en tu misericordia que te los pueda ofrecer, haces al mismo tiempo que se conviertan en sacramento de nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 147, 12. 14

Alaba, Jerusalén, al Señor, porque te alimenta con lo mejor de su trigo.

O bien: Cfr. Jn 6, 51

El pan que yo les daré, es mi carne para la vida del mundo, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

La comunión de tus sacramentos que hemos recibido, Señor, nos salven y nos confirmen en la luz de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.-Elías y Pedro destacan en estos dos relatos bíblicos. Figuras muy distantes en el tiempo, que comparten algunos rasgos comunes. Hombres llenos de celo religioso y de entusiasmo, que sufrieron crisis y persecuciones. De alguna manera lograron sobreponerse a sus caídas, sabiéndose aceptados por la misericordia del Padre. Supieron escuchar la voz de Dios y por eso siguen siendo referentes para nosotros. Dios continúa comunicándose con nosotros de diferentes maneras. La creación sometida al maltrato, por nuestra codicia y nuestro afán de poder, sigue clamando ruidosamente. Se necesitaría ser ciego y sordo para no escuchar que "nuestra casa está en llamas". La crisis climática y la emergencia sanitaria del presente año están ahí para sacudir nuestra sordera.