AGOSTO 2020
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SÁBADO 1

Blanco Feria o Memoria de San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia MR, pp. 797 (785) Y 956 (948) / Lecc. II, p. 633 LH, la. Semana

Otros santos: Domingo Hanh, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir. Beatas María Estela del Santísimo Sacramento y compañeras, religiosas de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret y mártires.

Nació en Nápoles. Como sacerdote y obispo se consagró a anunciar el amor de Cristo. Fue un infatigable predicador y un confesor lleno de bondad. Fundó la congregación del Santísimo Redentor (1732) para evangelizar las zonas rurales. Su doctrina moral y sus escritos espirituales se han difundido ampliamente (1696-1787).

DOS FINALES DIFERENTES
Jer 26, 11-16. 24; Mt 14,1-12

Juan Bautista y Jeremías son dos profetas distantes en el tiempo por más de cinco siglos, pero
próximos en una serie de rasgos. Uno y otro provenían de familias de sacerdotes, sin embargo, ninguno de los dos se ocupó del servicio del altar, sino que pusieron su palabra al servicio de Dios. Jeremías puso en evidencia la religiosidad hueca de los peregrinos que subían al templo sin vivir congruentemente sus creencias. Las personas sensatas que defendieron el derecho del profeta a hablar con toda libertad consiguieron salvar su vida. No corrió con la misma suerte el profeta del Jordán. La prepotencia y la frivolidad de Herodes Antipas, atrapado entre las insidias de Herodías y el temor al menor indicio de rebelión popular, lo convirtieron en el responsable de la muerte de Juan Bautista. La conciencia del Señor Jesús quedó particularmente marcada por este desenlace fatal.

O bien: Del Común de pastores: para un obispo, p. 943 (935).

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 36, 30-31

La boca del justo proclama la sabiduría, y su lengua manifiesta lo que es verdadero. Porque la ley de su Dios está en su corazón.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que promueves siempre en tu Iglesia nuevos ejemplos de santidad, concédenos seguir de tal modo las huellas del admirable celo por las almas del obispo san Alfonso María de Ligorio, que también nosotros alcancemos con él la recompensa del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Es cierto que el Señor me ha enviado a ustedes para predicarles todas estas cosas.

Del libro del profeta Jeremías: 26, 11-16. 24

En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y al pueblo: "Ese hombre, Jeremías, merece la muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes mismos lo han oído".
Pero Jeremías les dijo a los jefes y al pueblo: "El Señor me ha enviado a profetizar todo lo que han oído contra este templo y esta ciudad. Pues bien, corrijan su conducta y sus obras, escuchen la voz del Señor, su Dios, y el Señor se retractará de la amenaza que ha pronunciado
contra ustedes. Por mi parte, yo estoy en manos de ustedes: hagan de mí lo que les parezca justo y conveniente. Pero sépanlo bien: si me matan. ustedes, la ciudad y sus habitantes serán responsables de la muerte de un inocente, porque es cierto que el Señor me ha enviado a ustedes para anunciarles todas estas cosas".
Los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: "Este hombre no merece sentencia de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios". Entonces Ajicam, hijo de Safán, defendió a Jeremías, para que no fuera entregado en manos del pueblo
y lo mataran. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 68,15-16.30-31.33-34.
R/. Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.

Sácame de este cieno, no vaya a ser que me hunda; ponme a salvo, Señor, de los que me odian y de estas aguas tan profundas. R/.
No dejes que me arrastre la corriente y que me trague el remolino; no dejes que se cierre sobre mí la boca del abismo. R/.
Mírame enfermo y afligido; defiéndeme y ayúdame, Dios mío. En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. R/.
Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 5, 10
R/. Aleluya, aleluya.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor. R/.

EVANGELIO

Herodes mandó degollar a Juan. - Los discípulos de Juan fueron a avisarle a Jesús.

Del santo Evangelio según san Mateo: 14, 1-12

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: "Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas".
Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: "Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel.
Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre. Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Inflama, Señor, bondadosamente nuestros corazones con el fuego celestial del Espíritu, tú que concediste a san Alfonso María de Ligorio celebrar estos misterios y ofrecerse a sí mismo por medio de este santo sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 ce 1, 23-24

Nosotros proclamamos a Cristo crucificado: fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios nuestro, que quisiste que san Alfonso María de Ligorio fuera fiel administrador y predicador de este gran misterio. concede a tus fieles participar con frecuencia en él y que, al recibirlo, te alaben sin cesar. Por Jesucristo, nuestro Señor.