MIÉRCOLES 3

Rojo Memoria Santos Carlos Lwanga y Compañeros, mártires MR, p. 761 (747) / Lecc. II, p. 404

Otros santos: Beatos Diego Oddi, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores; Andrés Caccioli, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores.

La historia de los 22 mártires de Uganda hace revivir las Actas de los Mártires de los primeros siglos. Muchos de ellos acababan de convertirse al cristianismo. Cuatro fueron bautizados por Carlos Lwanga inmediatamente antes de martirizarlos. La mayor parte de ellos fueron quemados vivos en Numungongo (1886). Su edad oscilaba entre los 16 y 24 años, pero el más pequeño, Kizito, tenía sólo 13 años.

ANIMALES POLÍTICOS
2 Tim 1,1-3.6-12; Mc 12,18-27

Los saduceos estaban trepados en la cresta de la ola del poder en tiempos de Jesús. Tenían un olfato especial para acomodarse y tejer alianzas con los verdaderos dueños del poder en Israel, que no eran otros sino los romanos. Defendían solamente la sacralidad de la Torá y por tanto, no aceptaban doctrinas religiosas que no estuvieran firmemente ancladas en los primeros cinco libros bíblicos. Rechazaban la existencia de otra vida después de la muerte y queriendo desautorizar a Jesús, inventan un caso y pretenden convencerlo de que la creencia en la resurrección era algo ilógico. Jesús no se deja intimidar por sus sofismas y les responde a partir de una cita tomada del libro del Éxodo. El Dios de Abrahán no es Dios de muertos sino de vivos. Las condiciones precarias que vivimos los mortales desaparecerán en la otra vida, donde viviremos tan plenamente que no habrá necesidad de unirse en matrimonio.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sb 3,6-7.9

El Señor probó a sus elegidos como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto. En el juicio de Dios serán premiados, pues la gracia y la misericordia son para sus elegidos.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que hiciste que la sangre de los mártires sea semilla de nuevos cristianos, concédenos que el campo de tu Iglesia, regado por la sangre de los san Carlos Lwanga y compañeros, produzca siempre abundante cosecha para ti. Por nuestro Señor Jesucristo ...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Reaviva el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos.

De la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo: 1,1-3.6-12

Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, conforme a la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Cuando de noche y de día te recuerdo en mis oraciones, le doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura, como lo aprendí de mis antepasados. Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos.
Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación. No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Él nos ha salvado y nos ha llamado a llevar una vida santa, no por nuestros méritos, sino por su propia determinación y por la gracia que nos ha sido dada, en Cristo Jesús, desde toda la eternidad. Esta gracia es la que se ha manifestado ahora con el advenimiento de nuestro Salvador, Jesucristo, quien ha destruido la muerte e irradiado la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio, del que he sido nombrado predicador, apóstol y maestro.
Por este motivo soporto esta prisión, pero no me da vergüenza, porque sé en quién he puesto mi confianza, y estoy seguro de que él con su poder cuidará, hasta el último día, lo que me ha encomendado. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 122, 1-2a. 2bcd.
R/. En ti, Señor, tengo fijos mis ojos.

En ti, Señor, que habitas en lo alto, fijos los ojos tengo, como fijan sus ojos en las manos de su señor, los siervos. R/.
Así como la esclava en su señora tiene fijos los ojos, fijos están en el Señor los nuestros hasta que Dios se apiade de nosotros. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 11, 25. 26
R/. Aleluya, aleluya.

Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí no morirá para siempre. R/.

EVANGELIO

Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.

Del santo Evangelio según san Marcos: 12, 18-27

En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús algunos de los saduceos, los cuales afirman que los muertos no resucitan, y le dijeron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre muere dejando a su viuda sin hijos, que la tome por mujer el hermano del que murió, para darle descendencia a su hermano. Había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo se casó con la viuda y murió también, sin dejar hijos; lo mismo el tercero. Los siete se casaron con ella y ninguno de ellos dejó descendencia. Por último, después de todos, murió también la mujer. El día de la resurrección, cuando resuciten de entre los muertos, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque fue mujer de los siete".
Jesús les contestó: "Están en un error, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios. Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres tendrán mujer ni las mujeres marido, sino que serán como los ángeles del cielo. Y en cuanto al hecho de que los muertos
resucitan, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Están, pues, muy equivocados". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al presentarte, Señor, nuestras ofrendas, te suplicamos, así como tus mártires prefirieron morir antes que ofenderte, nosotros vivamos consagrados a ti, entregados a servirte en tu altar. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 115, 15

A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos.

ORACIÓN DESPUES DE LA COMUNIÓN

Habiendo recibido, Señor, el divino sacramento, al conmemorar la victoria de tus santos mártires, te suplicamos que, lo que a ellos les permitió soportar los suplicios, a nosotros nos abstenga, en medio de las adversidades, constancia en la fe y en la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.